OTROS








ATAJOS CONTRA LO INCONMOVIBLE

Temer al desierto
por cómo nos entierra,
al mar
porque se niega
a sostenernos y,
porque nos ignora,
temer al cielo.

Pero, curiosamente,
amarlos por lo mismo,
por cómo rinden con lo etéreo
el inflexible acero
de todos nuestros rieles.


***


UN HORIZONTE MUTUO

Unidas
tu mirada y la mía;
y de este íntimo,
unidimensional mundo nuestro,
de esta línea,
el silencio como único
punto cardinal.


***


LA PENÚLTIMA ESTRELLA

Sin olvidar el de mujer,
tan íntimo,
de todos los abismos franqueables
que considero cercanos
prefiero el silencio
por su manera de ser énfasis
y calma a la vez.

De la tierra dejad que escoja al árbol,
por lo mucho que parece reflejo,
sombra verde de relámpago;
y acaso también
la luz con que la piel del río
acaricia el aire.

Del cielo,
esa brizna de lluvia
que no nos pertenece
porque irisa en arco,
duradera;
y el astro
que menos ilumine,
pero fuerce
a mirar más alto.


***


SERENIDAD

Aun convencido
de que no cabe el silencio en las manos
contemplo las tuyas
callado.


***


LA OSADÍA DE CONVERTIR EL PRESENTE EN PRECIPICIO

Entra en el bar y pide una copa.

La esforzada camarera
coloca el vaso y lo colma,
sin hielo,
con lágrimas propias,
que el cliente ingiere con premura
y evidente delectación.

Pasados los instantes necesarios
para recuperar el aliento
pregunta:

"¿Cuánto te debo?"

Ella contesta:

"Apenas dos sueños fósiles,
media palabra de disculpa"

El hombre rebusca
en el bolsillo interior de la chaqueta
y paga con dos viejas fotos
gastadas por el tiempo,
amarillentas,
de la propia camarera y él mismo,
enlazados sonrientes.

"Lo siento,
no fue mi intención lastimarte", asegura
mientras se prepara para salir del local,
positivamente ebrio.

"¡Espera (le grita ella,
y le abofetea una sola vez,
pero con todas sus fuerzas,
hasta hacerle caer de forma aparatosa),
te olvidabas de la vuelta!".


***


En una sola gota de sentido
(palabra salada
como el sudor)
destilarme,
tan parecido a mí
que todos me confundan conmigo.


***


EL BESO

¿Comprendes ya que un poema
cabe en un verso?
Y ella respondió encendida:
¡Ya lo comprendo!

Rima XIX. G.A.Béquer.


La palabra no es preciso
cincelarla en el papel,
ni siquiera hay que rimarla,
bastará
con derramárnosla en los labios,
ponerla en práctica.


***


Palabras hay,
palabras tengo, fieras,
capaces de hallarle escapatoria
al mismísimo infierno,
de domesticar tempestades
que ceñirte a la cintura;
palabras tenebrosas,
lúcidas,
desairadas, redondas,
iluminadas, propias...

Pero se me deshacen en frágiles
amasijos de plumas
al lanzarlas contra las puertas cerradas,
los abismos negros
de tu silencio.

Y es que para la pasión no somos
sino un mal hilvanado muñeco de paño,
y el día que nos trae el amor su otra cara,
el desengaño,
deshilacha nuestras costuras
deshaciéndonos el corazón en trapo
y plumas.

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